Esta mañana he recordado el desarrollo de la música italiana hasta mediados del siglo XVIII con sus dos corrientes principales, la de la opera seria y la de la opera buffa.
Hemos visto cómo el clima intelectual europeo apuntaba hacia los ideales clásicos de sencillez, naturalidad, equilibrio y austeridad y cómo Gluck y Calzabigi llevan al terreno de la ópera con Orfeo ed Euridice en 1762 ese nuevo paradigma.
Hemos visto la evolución de Gluck como compositor, su prefacio para la edición de Alceste en 1769, auténtico programa de una reforma integral de la ópera, y su llegada a Francia, lo que habría de provocar el último estallido de las antiguas querellas de los estilos, representado ahora por seguidores suyos y los de Piccinni.
He usado los siguientes devedés:
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